sábado, 10 de marzo de 2012

Canciones de cuna, violencia y muerte.



Los días pasaban lentos, sus silencios se
ahondandaban en ella, con el pulso de cada día. Vivía casi agonizando en una
soledad que le dolía.
Su pequeña, dormía en un moisés y en ella dejaba, todas
sus miradas, sus palabras silenciosas, sus besos y sus caricias, ella era, ese
pedacito de su vida que crecía. Se detenía a contemplar los atardeces en el
balcón, con el ansia de querer poseerlo en las manos y llevarlos a iluminar su
interior. Para sobrellevar los momentos, en que Emmanuel llegaba a la casa. Su madre lejana y distante, vivía su vida, y su
hermana sufría el no poder visitarla como quisiera.

Inexplicable locura

Emmanuel al llegar a la casa, abría la puerta
despacio… para cerrarla con violencia. A Berenice le corría un espantoso sentimiento de terror,
pero con la calma del miedo le decía: la niña duerme. El, ofuscado por razones
que ella no entendía, no le contestaba… rondándola, hacia comentarios entre
dientes, mientras ella en silencio, realizaba cualquier cotidiana tarea. Si a
Berenice, se le escapaba algún detalle, por olvido, por ignorancia o quizás sin haber algún
motivo. Imprevistamente irrumpía la locura. Emmanuel libraba sobre ella un
vendaval de violencia, de golpes que terminaban en golpizas salvajes. Los gritos
enfurecidos, rompían el silencio de Berenice, para ahogarla de nuevo en llantos
silenciosos y solitarios. Después… de nuevo el portazo, de nuevo la ausencia,
de nuevo la soledad. Hasta que la puerta volviera a abrirse.


Nido vacío… fortaleza renovada

Como consecuencia de frecuentes vejaciones y
violaciones físicas, el vientre de Berenice volvió a ser cuna y teniendo ocho
meses de gestación, un golpe de Emmanuel
le provoco una caída, desencadenando un parto prematuro. El niño lucho por su
vida algunas horas, hasta que, por insuficiencia respiratoria falleció. Por la
tarde, estando sola en la habitación del la maternidad, su medico se acerco y
tomándola de la mano le dio la noticia. Berenice abrió inmensamente sus ojos y
apretando fuertemente sus puños entre las sabanas, ahogo un profundo grito. Y
mientras el dolor le desgarraba el alma, súbitamente respiro hondo, seco sus lágrimas
y redescubrió de nuevo el equilibrio interior, que la situaba de nuevo en su espacio de amor-libertad. Con la
voz quebrada, le contó a su medico el motivo de sus perdida, el le respondió
que se había dado cuenta, por los golpes en su cuerpo. Le dijo: Berenice,
intentemos de nuevo con las pastillas anticonceptivas, estas de acuerdo?? Ella
le miro fijamente y le dijo: No te olvides de mi problema hepático. El
tranquilizándola le respondió: Hay nuevos fármacos que no te dañaran.

Cinco meses después…

Berenice volvió a la consulta médica. Después de
varios análisis su medico debió suspender las pastillas anticonceptivas. Tenía
una fístula de gran tamaño en la
vesícula, al borde de una pancreatitis. Volviendo, con su pequeña en brazos se
preguntaba: ahora que haré?. Y todo lo que supuso con terror esa tarde. Sucedía
seis meses después. Otro parto prematuro,esta vez era una niña, que lucho por
su vida, muchas… más horas. Berenice abrazo
a su hermana y lloro hasta casi secarse de lágrimas. Luego se levanto,
se vistió despacio, junto el bolso con el ajuar y parada en la puerta de la
habitación, mirando si no se olvidaba de nada, le tendió la mano a su hermana
diciéndole: vamos…

Cristina

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