domingo, 4 de marzo de 2012

El dolor de la cobardía



El dolor en su vientre, las nauseas y el dolor de
cabeza era insoportable, sentía y transpiraba frío.
Gemía un llanto que ahogaba con la almohada para no despertar a su hermana.
Cerca de la madrugada se levanto arrastrándose hasta el baño, se vistió como pudo y
dejando una charco de sangre en su cama. Abrió la puerta principal y salio a la
calle, camino con las pocas fuerzas que tenia hasta llegar a la casa de
Emmanuel. Cuando el salio a su encuentro, Berenice recostó su cabeza en su
hombro y se desvaneció. Cuando se despertó estaba en una cama, en la sala
de unidad de terapia intensiva de un sanatorio. Miro a su alrededor preguntándose
que había sucedido.

Arrancándose la vida

Una enfermera se acerco y se sentó a su lado. Le
tomo de la mano y le pregunto como se sentía. Berenice asentó con su cabeza y
balbuceando le pregunto que le sucedía, mientras las lagrimas le surcaban sus
mejillas. Ella le acaricio la frente y tranquilizándola le dijo: pequeña estuviste
muy grave, pero como los milagros existen, ahora estas aquí. Berenice no podía detener
las lagrimas mientras esperaba la respuesta que esperaba…Que me paso??
La enfermera interpretando ese silencio que interrogaba, le volvió a decir palabras que la inquietaban y luego de un breve silencio, continuo:
Pequeña porque has hecho eso?? Casi mueres por hacerlo.
Berenice abrió inmensamente los ojos y le apretándole la mano le
pregunto: que he hecho?? Ella le dijo: abortar pequeña, te han legrado un
embarazo de casi tres meses, y te han infectado!!! Aquí los médicos esta mañana
te han vuelto a legrar para retirar los restos que casi te provocan la muerte.
Los recuerdos comenzaron a golpear su memoria y llegaban como una tempestad inconclusa, desgarrándole el alma.

Morir respirando la vida

Se había entregado al amor con el alma y con el
cuerpo, viviendo la felicidad de sentirse única y amada. El era toda su fuerza,
existía con el aire de su existencia. El era el dueño de sus alegrías y sus
tristezas. Era feliz, haciéndolo feliz y complaciéndole hasta la inconsciencia.
Ella era la dueña del perdón de sus ausencias e infidelidades. De sus caprichos
y sus explosivos estallidos de violencia. Es que ella entendía el amor así. A
todo o nada. Recordó lo que había sucedido dos semanas atrás. Llegaron al
consultorio, donde la anestesiaban para luego despertar con antibióticos. No
era la primera vez, las dos veces anteriores, cuando le pregunto porque el la
traía allí, el le explico que no podían tener hijos, porque su carrera de
abogado no estaba concluida. Y cuando Berenice quiso saber mas al respecto, su
respuesta le devolvía en su espalda, esa sensación de terror. Por lo que
Berenice esperaba con silencio la calma.

Amor… único y solitario

La enfermara se levanto muy despacio, y mirándola con
ternura le dijo: Sabes pequeña? Tengo una hija como tu, y no la dejaría sola
para vivir esto. Berenice estallo de nuevo en un llanto silencioso. Afuera
escucho una discusión que llego hasta la puerta. Se incorporo lentamente,y
alcanzó a ver al médico, tomándole del cuello de la camisa a Emmanuel, Diciéndole:
es la ultima vez, que te saco de estos líos, en los que te metes!!! Podía haber
muerto esa chica!!! Mírala tiene solo
diecisiete años!! Berenice cerró los ojos y llorando en silencio pensó: Dios
mió!!! Que he hecho…!!! Maldita sea y todo por callar, callar, callar. Se
pregunto entonces por primera vez, si realmente Emmanuel la amaba. Y con su
vientre y su alma desgarrada comprendió que no.

Dieciséis años después, Berenice les puso un nombre a tres estrellas. Y algunas noches cuando las ve, saluda con su corazón a los hijos que no conoció cuando tenia diecisiete años.

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